En este tema, he podido ver la evolución que han tenido los textos
folclóricos y los autores más representativos.
Además, he aprendido muchas cosas que antes no sabía. Por ejemplo, he
aprendido las distintas características de estos textos: que se transmitían
oralmente y por eso cambian, que hay distintas versiones y adaptaciones (y a la
vez, he aprendido a diferenciar entre versión y adaptación), que en el género
dramático los actores interpretaban la historia a su manera,…
Pero lo más importante que he aprendido en este tema es que estos textos
NO son textos para Infantil. No debemos contárselos a los niños como la versión
original (o la que nosotros creamos que es la original, pues es muy difícil saber
si es realmente original o no) pues, como he expuesto en el desarrollo del
tema, trata temas que no son adecuados a los gustos, intereses o necesidades de
los niños como la violencia, el sexo, las enfermedades,…
Por eso, los maestros debemos saber adaptar un cuento atendiendo a
estos tres aspectos dependiendo de su modelo evolutivo.
Gracias a la teoría, sabemos que a la hora de adaptar cualquier texto
folclórico, debemos mantener intacto el esquema básico del relato original: el
planteamiento, el nudo y el desenlace. Es decir, la historia debe iniciarse con
el protagonista en edad infantil y dentro de su entorno familiar, continuar con
la salida del mismo del núcleo familiar por diversas circunstancias y, tras una
serie de aventuras, debe acabar con el protagonista ya adulto.
El resto de la historia se pude cambiar.
Esto lo he podido llevar a la práctica en la actividad de este bloque,
donde he podido hacer mi propia adaptación de un cuento que Irune nos contó en
clase llamado Toda clase de pieles.
Pero no sólo tenemos que cambiar el contenido del cuento, pues se
puede cambiar el formato, el vocabulario,…, si es realmente necesario.
Todo sea porque
ellos, ante todo, disfruten de la Literatura.
Perfecto.
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