Para el desarrollo de esta actividad, nos hemos dividido en grupos de
tres personas, donde cada una representaba un de las tres estrategias
existentes en “La Hora del Cuento”: lectura, narración con cuento y cuentacuentos.
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Mi primer grupo fue con Carlos y Rocío. La primera en hacerlo fue
Rocío, que leyó su cuento. Después fue Carlos e hizo de cuenta cuentos. Y por
último, yo hice la narración. Fue la
primera vez que hacía una narración con libro, por lo que estaba un poquitín
nerviosa…
Para ser sincera, yo pretendía cantar la historia, porque creía que
éste era un cuento musical, ya que su texto se basa en la canción que creo que
todos conocéis de “Un elefante se balanceaba, sobre la tela de una araña…”. Y
estaba bastante nerviosa porque eso de cantar en público…
Así que cuando Irune, la profe,
me dijo que tenía que narrarlo y no cantarlo, me llevé un alivio y pude
disfrutar bastante más del cuento.
Como he dicho, se basa en la canción del elefante, aunque tiene dos
grandes diferencias:
·
En vez de ir llamando a más elefantes, llamaban
a otros animales conocidos por los niños: Cloe (una ratita), Horacio (una
jirafa), Tom, Pom y Lulo (tres gatos), Lulú (un hipopótamo).
·
El final del cuento: esta vez, la araña (dueña
de la tela de araña) sale enfadada porque todos esos animales estaban jugando
con su tela y ella no les había invitado y pesaban mucho. Por eso, decide
cortarla y todos los animales caen al suelo. Ella, asustada por el golpe les
pregunta lo siguiente: “¡oh, no! ¿Estáis bien?”.
Sorprendentemente, los animales
contestaron: ¡síii!, ¡¡¡OTRA VEZ!!!
La primera vez que lo narré, mis
compañeros me dijeron que lo había hecho bastante bien y que “no había perdido
la sonrisa en ningún momento” (lo gracioso es que ellos no saben que cuando
estoy nerviosa, inconscientemente se me tensa la cara y se me pone esa sonrisa,
una especia de sonrisa nerviosa pero, a la vez, real).
Otro aspecto que también les gustó fue
que interactuara con ellos. Les iba preguntando cosas en relación con el libro:
cada vez que aparecía algún animal nuevo les preguntaba, antes de decirlo yo,
si sabían de qué animal se trataba. Ellos hacían como si fueran niños.
La segunda vez que lo narré fue con
Elena y Laura Guerrero. La verdad es que creo que mejoré con respecto a la
primera vez porque, aunque también sonreía y disfrutaba del cuento, se notaba
que estaba más relajada y metida en la historia.
La tercera y última vez que lo narré fue
con Marta de Robles y Sandra García, y me dijeron que lo hice muy bien. Me
dijeron también que les había gustado mucho el cuento, pues no se esperaban ese
final: “pobres animales”, “qué mala es la araña”,…
Creo que ha sido una experiencia
totalmente constructiva y simpática, pues aunque todos estábamos nerviosos, nos
ayudó a coger tablas y a romper el hielo en el mundo de la interacción con los
cuentos.
Muy bien ¿Y tu autoevaluación?
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